El proceso de calentamiento de materiales orgánicos en ausencia de
aire se denomina pirólisis o carbonización. Se utiliza el término
pirólisis cuando el proceso se enfoca a la obtención de los gases y
aceites y carbonización cuando (como en el caso del carbón vegetal) el
proceso se dirige hacia la obtención del producto sólido resultante.
Material
combustible sólido, frágil y poroso con un alto contenido en carbono.
Se produce por calentamiento de madera y otros residuos vegetales,
hasta temperaturas que oscilan entre 400 y 700 ºC, en ausencia de
aire. El poder calorífico del carbón vegetal oscila entre 29.000 y
35.000 kJ/kg, y es muy superior al de la madera, que oscila entre
12.000 y 21.000 kJ/kg.
El
carbón vegetal ha sido utilizado como combustible en Japón desde los
tiempos antiguos. Pero su producción ha ido decreciendo a medida que se
han hecho populares el gas natural, la electricidad y el petróleo.
Incluso en los últimos tiempos ha sido difícil encontrarlo en la vida
diaria, pero en la actualidad está volviendo a ser objeto de atención.

Hace un siglo (más o menos), en las zonas rurales era común ver la
figura del carbonero, oficio ahora en vías de extinción, cuyo trabajo
consistía en cubrir totalmente enormes pilas de leña con musgo y ramas
tiernas. Luego prendía la leña (parte inferior), y dejaba que se quemara
durante días. Luego, subía hasta la cima de la pila y pisaba.

Cuando la capa estaba estable y no temblaba, señal de que todo estaba
secado y endurecido, abría la pila y obtenía el apreciado combustible.
Pero muchos murieron al caer la pila, todavía sin endurecer del todo, lo
cual convertía la profesión de carbonero en un oficio arriesgado.
El trabajo del carbonero se dividía en dos tareas
fundamentales: la talada de la madera y su transporte hacia la zona de
carboneo, y por otro lado el montaje de las pilas y el control del
proceso de carbonización. El sueldo disponible se repartía
equitativamente entre estas dos tareas realizadas.