El ciclo del carbono es la sucesión de transformaciones que sufre el
carbono a lo largo del tiempo. Es un ciclo biogeoquímico de gran
importancia para la regulación del clima de la Tierra, y en él se ven
implicadas actividades básicas para el sostenimiento de la vida. El
ciclo comprende dos ciclos que se suceden a distintas velocidades:
.- Ciclo biológico: Comprende los intercambios de carbono (CO2) entre
los seres vivos y la atmósfera, es decir, la fotosíntesis, proceso
mediante el cual el carbono queda retenido en las plantas y la
respiración que lo devuelve a la atmósfera. Este ciclo es relativamente
rápido, estimándose que la renovación del carbono atmosférico se produce
cada 20 años.
.- Ciclo biogeoquímico: regula la transferencia de carbono entre la
atmósfera y la litosfera (océanos y suelo). El CO2 atmosférico se
disuelve con facilidad en agua, formando ácido carbónico que ataca los
silicatos que constituyen las rocas, resultando iones bicarbonato. Estos
iones disueltos en agua alcanzan el mar, son asimilados por los animales
para formar sus tejidos, y tras su muerte se depositan en los
sedimentos. El retorno a la atmósfera se produce en las erupciones
volcánicas tras la fusión de las rocas que lo contienen. Este último
ciclo es de larga duración, al verse implicados los mecanismos
geológicos. Además, hay ocasiones en las que la materia orgánica queda
sepultada sin contacto con el oxígeno que la descomponga, produciéndose
así la fermentación que lo transforma en carbón, petróleo y gas natural.

El almacenamiento del carbono en los depósitos fósiles supone en la
práctica una rebaja de los niveles atmosféricos de dióxido de carbono.
Si éstos depósitos se liberan, como se viene haciendo desde tiempo
inmemorial con el carbón, o más recientemente con el petróleo y el gas
natural; el ciclo se desplaza hacia un nuevo equilibrio en el que la
cantidad de CO2 atmosférico es mayor; más aún si las posibilidades de
reciclado del mismo se reducen al disminuir la masa boscosa y vegetal.
La explotación de combustibles fósiles para sustentar las actividades
industriales y de transporte (junto con la deforestación) es hoy día una
de las mayores agresiones que sufre el planeta, con las consecuencias
por todos conocidas: cambio climático (por el efecto invernadero),
desertificación, etc. La cuestión ha sido objeto del Convenio sobre
cambio climático aprobado en Nueva York el 9 de mayo de 1992 y suscrito
en la cumbre de Río (Río de Janeiro, 11 de junio de 1992).
|